Como vengo diciendo desde la primera entrada, el uso de la bicicleta y el amor que muchos sentimos hacia ella es el resultado de experimentar la ciudad de otra manera. Y el punto máximo de esta experiencia son los paseos nocturnos.
El sábado pasado se llevó a cabo la segunda rodada nocturna en el DF y lo que hizo especial a esta es que la ruta se extendió a la primera sección del Bosque de Chapultepec, bastante interesante en el papel... y en la realidad.
Ahora una pequeña crónica de lo que se vivió en esa rodada. La noche ya caía cuando los ciclistas daban las primeras vueltas a las siete (hora en el que se cerrararían las avenidas Paseo de la Reforma, algunas del Centro Histórico y Chapultepec), yo llegué siete y media, y puedo decir que no me pareció algo fuera de lo que había visto- no era mi primera rodada de noche-: niños cayéndose y casi llevándote con ellos, perros perdidos, automovilistas enojados (porque les quitamos "sus" calles) y muchos peatones que piensan que cierran la calle para ellos y a su vez creyéndose indestructibles.
En Reforma se sentía algo interesante, porque no solo era la rodada, también era concurso de comparsas y la hora del planeta. Esto último representaba una oportunidad de ver los monumentos apagados por una hora.
Por si no saben qué son las comparsas. Algo muy bizarro, sin dudas.
Siguiendo el camino rumbo a Chapultepec, era increible ver la creatividad de la banda para ponerle luces a sus rilas: desde las tradicionales de un led en el manubrio o en el tubo de asiento, hasta los que tenían mangueras de LED por todo el cuadro y hasta en los aros.
Pero el punto que más me emocionaba llegó a las 8:30 de la noche cuando llegué a Chapultepec, ver las puertas abiertas de par en par fue algo interesante y exitante ya que nunca había rodado por ese lugar. Lo bonito de las bicicleta es que no debes dudar sino caes, así que sin dudas entré a ese territorio
Adentro del "pulmón de la Ciudad de México" tuve algo de temor porque en algunas partes la visibilidad era nula ya que no había iluminación alguna. Lo único que había de iluminación que había era las distantes luces de puestos y monumentos y las luces de las cletas.Es peligroso ya que no conociendo la ruta y sin luz no podría ver grietas u hoyos.
Pero olvidándome de los baches que podría no ver, los asistentes salieron de la monotonía de las rodadas nocturnas. Después de mi primera vuelta los concursantes llegaron, fue algo interesante ver tantos disfraces (más no extraño como en la rodada nocturna de noviembre)
Con el fin de las luces de los monumentos la ruda se volvió especial un rio de luces rojas al frente mio que duró una hora hasta que los monumentos se encendieran de nuevo.
Media hora antes de que terminará regresé a mi hogar dejándome nuevas experiencias y vi muchas partes de la ciudad con nueva perspectiva. Saludos.
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